TESTIMONIO DE GABRIEL POMBO DA SILVA
La cárcel es un lugar absolutamente insano y degradante para cualquier animal (incluido el ser humano). La cárcel es la peor criatura y la execrencia autoritaria y criminal del Estado.
«Salud y prisión» o «la salud en prisión» son conceptos absolutamente antagónicos entre sí … El preso sólo puede constatar cómo se ha convertido en un sujeto privado de su derecho natural a los cuidados y la salud. El preso sobrevive no gracias al «sistema de salud» (que es inexistente o minimalista) sino a su propia capacidad orgánica y mental. En todas estas décadas en prisión jamás recurrí a la «sanidad» de la prisión. El cuerpo médico en I.I.P.P. (Instituciones Penitenciarias) es deficiente y reaccionario; es dependiente del criterio de la Institución Carcelaria y ajeno a los nobles principios de la deontología médica.
Zamora, 13 de septiembre de 1988: todos los menores del Departamento de Aislamiento en Primer Grado somos apaleados y torturados por carceleros e incluso un médico con porra en ristre.
Marzo de 1996: tras un intento de evasión de la cárcel de Málaga vuelvo a ser torturado y no atendido por el servicio médico de prisión.
La «protesta», como el «interrogatorio» o la fuga, siempre tienen y han tenido un asesor médico para corroborar las tesis que sostienen las instituciones carcelarias o policiales (incluso CIEs, centros de menores etc.). Estos son solo dos ejemplos, a los que se suma la función blanqueadora de los crímenes legales que cometen en prisión, metiéndose en la política de los equipos de tratamiento ignorando, impidiendo, retrasando u omitiendo las excarcelaciones de los enfermos incurables, de los enfermos mentales, de los toxicómanos. Así se les impide una muerte digna y en libertad, un tratamiento digno y adecuado…
Y si la ley no es igual en la calle, menos aún lo es en la cárcel. Por eso, si eres un rebelde, un preso político o con conciencia morirás con toda probabilidad en la cárcel, porque lo dicta el “Equipo de Tratamiento” y lo corrobora el “Equipo Médico” con el beneplácito de la sociedad entera y la mierda de su sistema.
Es sabido que, en última instancia, a los presos moribundos se les saca a morir a un hospital externo para menguar las estadísticas de las muertes en prisión.
Puedo con absoluta rotundidad afirmar que en prisión no existe una “Sanidad Pública” que trate y diagnostique la enfermedad. Diría incluso más: la cárcel provoca muerte, locura, drogadicciones y desatenciones de todo tipo y condición. Me consta que con este “diagnóstico” mío no contribuyo a buscar “soluciones” prácticas para quienes creen que la cárcel podría “humanizarse” al menos en lo básico: la salud, la educación, el respeto a los derechos humanos.
El motivo por el que hoy no me encuentro ahí entre vosotros hablando sobre este tema es, precisamente, por los “daños colaterales” del sistema médico-carcelario que, desde que he salido hasta ahora, estoy tratando. Para cuando esté sanado estaría encantado de participar con individuos y colectivos que de verdad luchen por este tema.
Por un mundo sin prisiones…
y abajo los muros
Gabriel Pombo da Silva